Según ha manifestado la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo el 35 por ciento de hospitales en el mundo suministran el medicamento esencial para la eliminación de coágulos, el activador tisular del plasminógeno (tPA), pese a que éste fue añadido a la lista de medicamentos esenciales hace un par de años.

A pesar de que es una opción eficaz y rentable, su suministro depende de la creación de unidades especializadas en ictus, espacios que se requieren con urgencia si tenemos en cuenta que 15 millones de personas sufrirán un ictus cada año y 6.5 millones fallecerán por esta causa.

Las diferencias en la creación de estas unidades son un gran motivo de preocupación para la OMS. En los países de renta alta, el 91 por ciento ya cuenta con estas áreas en contraste con el 18 por ciento de países de renta baja. De hecho, en estas naciones existe una tasa de muerte y discapacidad asociadas a los ACV cuatro veces superior a sus homólogos de altos ingresos.

“Las personas tratadas con tPA tienen una tasa de recuperación un 31 por ciento mayor y pueden seguir llevando una vida independiente. Es chocante que el 65 por ciento de los hospitales aún no lo ofrezcan. Los hospitales deben priorizar urgentemente el desarrollo de unidades de ictus para administrar el tPA”, ha firmado Sheila Martins, presidenta electa de la Organización Mundial del Ictus (WSO, por sus siglas en inglés).

“Los donantes, la industria, las empresas farmacéuticas y los gobiernos deben unirse para dar prioridad a las unidades de atención al ictus. También es necesario formar a médicos y enfermeras no especialistas, sobre todo en entornos de bajos ingresos, para ampliar el acceso a hospitales preparados para el ictus”, ha agregado Martins.

Nuevas estrategias de tratamiento oportuno para el ictus

Lla Organización Mundial del Ictus ha reiterado que, desde 2019 existe la “Hoja de ruta para una atención de calidad del ictus” (“Roadmap to Quality Stroke Care”), una estrategia para mejorar los servicios de atención al ictus desde una plataforma que puede mejorarse desde todos los ámbitos y para identificar aquellas áreas que requieren una mayor atención y ser optimizadas.

“Queremos que todo el mundo conozca los síntomas del ictus y reconozca que es una emergencia médica. Luego es vital que, cuando se produzca esa llamada, los proveedores de servicios sanitarios puedan dar a todos las mismas posibilidades de recuperación”, ha indicado Martins.
Dentro de las principales recomendaciones se encuentran:

-Identificar los indicadores de calidad clave de la lista de la WSO mostrada más adelante y añadir indicadores a fin de cubrir la totalidad de los servicios prestados y determinar las responsabilidades.
 
-Identificar los datos y métodos necesarios para garantizar que todos los elementos requeridos se recogen a fin de calcular los indicadores de calidad seleccionados.
 
-Elaborar programas de divulgación y comunicación de los resultados de los análisis de datos a todos los profesionales sanitarios, responsables de la toma de decisiones y pacientes.

“Los gobiernos y las instituciones patrocinadoras deberían emplear estas directrices y plan de acción para revisar los servicios existentes e identificar posibles brechas. De esta forma surge la posibilidad de priorizar la resolución de estos problemas y mejorar el acceso a los servicios para enfrentar esta problemática”, ha concluido el documento.
 
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