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Francisco Lopera, pionero en la investigación del alzhéimer, muere a los 73 años

Francisco Lopera, pionero en la investigación del alzhéimer, muere a los 73 años

Francisco Lopera, neurólogo pionero que identificó al mayor clan familiar del mundo con alzhéimer y pasó décadas trabajando con ellos en su natal Colombia, murió el martes en su casa de Medellín. Tenía 73 años. La causa fue un melanoma metastásico.

Francisco Lopera en 2019. Identificó a unos 6000 miembros de una gran familia extendida en Colombia, de los cuales unos 1200 nacieron con una mutación genética que causa alzhéimer.Credit...Federico Rios Escobar para The New York Times

Su muerte fue anunciada en las redes sociales por el grupo de neurociencias de la Universidad de Antioquia en Medellín, que Lopera dirigió hasta el mes pasado, cuando se jubiló.

Lopera, profesor de la universidad durante casi 40 años, realizó importantes descubrimientos en el campo del alzhéimer. Su trabajo llevó a identificar la causa genética de la enfermedad en la familia extensa, ayudó a impulsar los primeros esfuerzos en la búsqueda de fármacos para prevenir o retrasar sus síntomas y encabezó los descubrimientos de mutaciones genéticas que parecen ser capaces de prevenir el deterioro cognitivo.

También dedicó mucho tiempo y energía a proporcionar atención e información a los pacientes y a sus familiares. Identificó unos 6000 miembros del gran clan de Medellín y pueblos de las montañas del noroeste de Colombia. Se calcula que 1200 de ellos nacieron con una mutación genética causante de alzhéimer, que les causa síntomas a partir de los 40 años y suele causar la muerte a los 60 años.

Yakeel Quiroz, neuropsicóloga colombiana y directora del Programa Multicultural de Prevención del Alzhéimer del Hospital General de Massachusetts, quien colaboró con Lopera y fue una de los muchos investigadores de los que él fue mentor, dijo: “Estaba muy dedicado a encontrar una cura para el alzhéimer y a intentar detenerlo, pero también sabía que había pacientes que ya se enfrentaban a la enfermedad”.

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Lopera con una colega investigadora, Yakeel Quiroz. “Estaba muy dedicado a encontrar una cura para el alzhéimer y a intentar detenerlo”, dijo sobre Lopera.Credit...Massachusetts General Hospital, vía Associated Press

Antes de que Lopera iniciara sus esfuerzos, los habitantes de los pueblos de Antioquia, la región donde creció Lopera, asolados por la pobreza y la violencia, llamaban a esta enfermedad “la bobera”. Según las supersticiones, era causada por brujería, por tocar un árbol misterioso o por maldiciones que emanaban de la estatua de un líder colonial español o de un sacerdote enfadado.

Los enfermos eran rechazados u hospitalizados, dijo Quiroz. Ahora, gracias a la compasión de Lopera y a su empeño en educar a los familiares, “entienden lo que es la enfermedad”, dijo, y “cuidan de sus pacientes”.


Lopera empezó a intentar identificar la enfermedad de la familia siendo un joven médico. En 1982, atendió a un paciente de 47 años con pérdida de memoria y se enteró de que el padre, el abuelo y otros siete parientes del hombre habían experimentado los mismos síntomas, recordó Lopera en una entrevista con The New York Times en 2010.

Tras encontrarse con otros pacientes similares, empezó a realizar una minuciosa búsqueda en los registros de la región, incluidas listas parroquiales, testamentos y certificados de nacimiento, defunción, bautismo y matrimonio. Esbozó a mano genealogías elaboradas que revelaron a 25 familias, descendientes todas ellas de una pareja española del siglo XVIII.

Determinar la causa de la enfermedad que afectaba a los miembros de la familia extensa requería analizar cerebros de pacientes fallecidos, pero a muchas personas les incomodaba la idea de donar sus cerebros a la ciencia.

Entonces, en 1995, se puso en contacto con los parientes de una mujer de 56 años que pertenecía a la familia extensa luego de que ella muriera con demencia en el pueblo de Angostura. Por teléfono, los familiares se negaron a donar su cerebro, y Lopera también fue rechazado cuando pidió ayuda al alcalde, a un sacerdote y al director del hospital local. No obstante, Lopera y un patólogo se desplazaron hasta el pueblo, se reunieron con la familia de la mujer en su funeral y se lo suplicaron a sus 14 hijos adultos.


Todos aceptaron, excepto uno de los hijos, un policía vinculado a narcotraficantes, quien, borracho, exigió a Lopera que pagara 20 millones de pesos por el cerebro. Al final, Lopera negoció con el hombre un permiso sin pago y el patólogo extrajo el cerebro de la mujer.

Llevando el cerebro en formol en su equipaje de mano, el patólogo voló a Massachusetts, donde Kenneth Kosik, neurocientífico que trabajaba con Lopera, detectó placas y ovillos que describió como “ejemplo clásico de alzhéimer”.






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